Salud. Beber mucha o demasiada agua helada... durante una ola de calor: las "falsas buenas ideas" sobre la hidratación.

Al exponerse al calor, el cuerpo humano activa un sistema llamado termorregulación, que le permite compensar el aumento de la temperatura externa y mantenerse a 37 °C. Esto se consigue, en particular, mediante la sudoración.

Pero para compensar la pérdida de agua y así evitar la deshidratación, debemos beber lo suficiente, sin esperar a tener sed. Sin embargo, en cuanto a la hidratación, ciertas actitudes pueden ser contraproducentes... o incluso peligrosas.

Cuando hace mucho calor, uno de los primeros reflejos es beber la bebida más fría posible para refrescarse al instante. Sin embargo, aunque esta sensación es placentera, parece enviar un mensaje equivocado al cuerpo: le indica que ralentice su proceso de termorregulación.

Además, una bebida muy fría puede provocar que los vasos sanguíneos alrededor del estómago se contraigan, lo que ralentiza la digestión y puede provocar calambres estomacales.

¿Se deben tomar bebidas calientes durante una ola de calor? Esta idea surge del hecho de que los beduinos beben té caliente en el desierto para regular su temperatura corporal. La idea es aumentar la sudoración corporal para regular su temperatura. Sin embargo, el agua perdida debe reponerse. De lo contrario, existe un riesgo real de deshidratación.

Lo mejor sería entonces beber agua fresca (pero no fría) para garantizar una mejor hidratación.

Otra ventaja durante períodos de calor extremo es beber sin esperar a tener sed. Sin embargo, beber mucha agua puede tener efectos perjudiciales en ciertas poblaciones vulnerables. El riesgo de hiponatremia es real. Esto corresponde a una disminución de la concentración de sodio en la sangre.

A veces, hasta la muerte. Es consecuencia de una ingesta excesiva de agua en relación con el sodio (sal) o de una pérdida excesiva de sal en relación con su eliminación hídrica, explica el Ministerio de Salud.

Se refiere principalmente a las personas mayores ya que la transpiración suele estar alterada o incluso ausente a partir de cierta edad, a los pacientes con enfermedades crónicas (insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca, insuficiencia hepática, insuficiencia respiratoria, problemas endocrinos – tiroides, diabetes, etc.), cánceres, trastornos neuropsiquiátricos, etc. y a los pacientes que toman ciertos medicamentos como diuréticos y psicofármacos.

Para los afectados, es importante seguir algunas reglas en caso de calor extremo:

• No exceda la ingesta de 1,5 litros de agua al día, además de alimentos ya ricos en agua. Esto no aplica a la población general, que deberá seguir bebiendo mucho más para evitar la deshidratación.
• Adaptar los tratamientos farmacológicos, habiendo consultado previamente a su médico o farmacéutico;
• Acompañar necesariamente la ingesta de bebidas con una dieta variada, fraccionando las comidas si es necesario, para mantener un aporte de sal suficiente para el organismo (pan, sopas, etc.);
• Proporcionar transpiración artificial (humedecer y ventilar la piel regularmente). El objetivo es evitar el sobrecalentamiento del cuerpo, que la transpiración natural mantiene a 37 °C. Y esto sin necesidad de consumir demasiada agua.